jueves, febrero 05, 2009

Elementales I


Faltaba sólo una estación para llegar a la realidad. Los fogonazos blancos estaban casi extintos a los costados de la vía, y los pastizales pasaban lentamente del púrpura al verde. El cosechador de inconformidades lo había dejado pensativo. Tal vez por esa razón la frenada abrupta del tren lo tomó tan de sorpresa. Su cabeza chocó con el asiento de adelante y el latigazo lo lanzó rodando por el pasillo. Desconcertado y dolorido, se incorporó para observar por la ventanilla. Todo estaba quieto, pastizales amarronados y llamitas blancas por doquier. Sólo se escuchaban las chicharras, y el ocasional graznido de un ave.
No había nadie el el vagón. Sacó la cabeza por la ventanilla para ver si encontraba alguien a quien consultarle lo sucedido. Nadie afuera tampoco. En realidad, la única persona que había visto en el tren era el pequeño cosechador. Rumbo a la locomotora atravesó vagones igualmente desiertos. Allí tampoco encontró signos de actividad reciente, cosa que le resultó muy extraña.
-¿Hola?... ¡hola!... uf...
Bajó del tren de un salto, y miró en todas las direcciones.
-Bueno, supongo que si camino por la vía en el sentido que llevaba el tren, en algún momento llegaré a la realidad... en fin.
Resignado comenzó su marcha, pisando sobre los durmientes de madera grisácea. Le llamó la atención lo familiar que le era el paisaje. Ignorando las coloraciones extrañas y los fogonazos, podría haber sido cualquier campo llano de la realidad. ¿No se supone que tiene que ser irreal este lugar?. ¡Qué grado de detalle! hasta había óxido en los bulones de la vía.
Nunca le habían explicado concretamente qué era la irrealidad. Sólo sabía que allí se encontraba la Oficina de Informaciones Varias, y qué tren debía tomar para llegar.
Enfrascado largamente en estas reflexiones, no advirtió que los carteles al costado de la vía ya no mostraban los kilómetros restantes hasta la realidad. En su lugar se veían signos desconocidos, que cartel a cartel se volvían más extravagantes. Cuando reparó en esto ya había caminado una considerable distancia. No tenía otra opción que seguir.
Un rato más tarde divisó algo en el horizonte. ¿Sería la estación?. Los alrededores no parecían mucho más reales que antes. Por el contrario, los fogonazos aparentaban ser más altos.
Grande fue su desconcierto al acercarse y adivinar la forma de la locomotora. Se trataba del mismo tren que había abandonado un par de horas atrás, pero acomodado en el sentido opuesto al que llevaba.
-¿Qué significa esto? ¿para dónde queda la realidad?- gritó frustrado, encontrando como única respuesta el sonido de unas aves espantadas levantando vuelo.
-Bueno, pensá, pensá. Es evidente que en esta dirección no voy a ningún lado. Voy a cortar por el campo, y eventualmente llegaré a algún lugar donde me sepan explicar cómo volver.
Respiró hondo y se internó en los pastizales, que le llegaban hasta la rodilla. Luego de varias zancadas comenzó a preguntarse qué tan buena había sido su idea. Al no divisar el tren mirando por sobre su hombro, comprendió que no tenía otra opción que seguir adelante.
El terreno blando cedía un poco a cada paso, haciendo agotadora la marcha. Las puntas de los largos pastos marrones pinchaban las partes expuestas de su piel, dejando una ligera comezón. Afortunadamente los insectos rojos que merodeaban no parecían capaces de picar. Los siseos extraños que cada tanto oía no ayudaban a calmar su creciente ansiedad. ¿Serán serpientes?. ¿Qué clase de veneno tendrán las serpientes en este condenado lugar?.
Entre fantasías de venenos ofídicos que lo llevasen a un mejor lugar lo sorprendió el violáceo crepúsculo.
-De noche y completamente perdido en esta llanura salvaje... este será mi fin- dijo en voz alta, compadeciéndose un poco a falta de algo mejor que hacer.
El alboroto del pasto en la cara lo despabiló un poco. Se hallaba en posición horizontal, con la nariz clavada en el barro. Algo lo había hecho tropezar. Maldiciendo, se levantó a buscar al responsable de su caída. A sus pies halló un pequeño cartel de madera removido de la tierra por el accidente, y que rezaba "Pliconio".
-Pli... ¿Pliconio?
-¡Sí! Pliconio. Y gracias por despatarrar el cartel, ¿eh?.
Sobresaltado, miró para todos lados buscando la fuente de la vocecita que lo había regañado. Inmediatamente identificó un ser de proporciones diminutas, sosteniendo un farolito aún más diminuto que él, abriéndose paso entre el pastizal. El rechoncho gnomo ni siquiera le llegaba a la rodilla.
-Eh... eh... yo... ¡perdón!
-Bueno, está bien, está bien. ¡Pero ahora ayudame a clavarlo de nuevo, caramba!
Diligentemente obedeció, enterrando el cartelito con facilidad.
-Ya está bien... Aunque sea serviste para algo.
-¡Ey!, te hice un favor, no creo merecer ese trato.
-"No creo merecer ese trato"... ¡bah!- se burló el gnomo, dándose vuelta para seguir su camino.
-¡Esperá, esperá!... Mirá, estoy perdido. Yo vengo de la realidad, el tren en el que iba se rompió y no sé como volver.
-¿La realidad?... ¿LA realidad?... ¿la REALIDAD?- Preguntó azorado el gnomo, cuyos ojos se habían puesto dos o tres veces más grandes que su tamaño original.
-Si... vine a hacer unos tramites y... bueno, ¿me podrías ayudar?
-La realidad... Mirá, yo no sé nada de eso, pero te puedo llevar al pueblo para que hables con Migápoda, que seguro algo te va a poder decir.
-Si, cualquier ayuda que me puedan dar me va a venir bien. ¡Gracias!
-Vamos, es por acá- dijo el gnomo, abriendo con sus manitas el pastizal en la dirección de la cual venía.
Agotado, emprendió la marcha detrás de su pequeño guía, pensando cuan agotada estaba ya su capacidad de sorpresa. Poco le importaba. Mientras que le indicasen cómo volver a la realidad, todo iba a estar bien...

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2 Ecos:

Blogger sqa resuena

Hola, encontré tu blog porque buscaba una traducción de la canción "back pages" de Bob Dylan, y google me llevó hasta aquí. Realmente sólo quería pedirte permiso para incluirla en mi blog, citando la fuente, por supuesto.
Pero me quedé intrigado con el gnomo y con Migápoda... ¿tiene continuación?
Saludos

27/2/09 15:45  
Blogger D. (de Damián) resuena

Si, no hay drama, usala. Lo que sí no me hago responsable por lo horriblemente mala que pueda ser la traducción.
Y el relato por supuesto continúa, cuando tenga un poco de tiempo escribo la 2da parte.
Gracias, saludos

27/2/09 16:56  

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