jueves, octubre 11, 2007

Sonrisa

Mientras bajaban por la calle paralela al río, él decidió profundizar en el tema cuya discusión habían soslayado:
- ¿Para qué quieren mi opinión? ¿Quién me califica a mí para juzgar el trabajo de otro? Ojalá pudiese mostrarte esta fotografía que se forma en mi cabeza, para que entendieras lo equívocas y difusas que pueden ser mis interpretaciones...
- No sé, quizás quieran que sirvas de disparador, que ayudes a mostrarle la punta del ovillo a los demás para que saquen sus propias condiciones... ¿Dije condiciones?, uf, quise decir conclusiones... ¡acto fallido!
El se frenó en seco.
- Escuchame, no sirvo para eso. No estoy muy bien de la cabeza, y dicho sea de paso, vos tampoco... y tal vez por eso me gustás.
Rieron.
- Bueno, pero eso ¿qué tiene que ver? - dijo ella, con la mirada perdida en el margen opuesto -El punto es que tenés que hacerlo, y vas a hacerlo muy bien, te lo aseguro.
Volvió a mirarlo a los ojos y desplegó una sonrisa, que asomaba tras el vapor de su aliento, y que prácticamente lo coaccionaba a darle la razón.
- Soy un imbécil - resopló.
Ella rió nuevamente
- A ver, ¿por qué?
-No... dejá.
No lo volvió a cuestionar. Ella tenía esa magnífica cualidad, que le permitía ignorar aquellas palabras que no vienen directamente del corazón.