jueves, diciembre 28, 2006

Inocencia

Estaba por hacer una broma por el Día de los Inocentes...

... pero me acordé que la inocencia ya no vale nada.

miércoles, diciembre 27, 2006

Overnight

Murmullo de galope
y dedos que derrapan,
puente de torax como arco en oscuridad
pies y frío de cerámica blanca,
batalla naval abarcada
cavidad solar del plexo
simetría aproximada.
Gusto a sal y el pelo
abandono y me quedo me quedo,
no pesado y no desvelo
paralelo comienzo,
mas trascender no puedo:
fuerza en toda dirección
estática y flujo de fuego.
Agua en los poros
se cierran los dedos
otra vez se pone en blanco el cerebro
esta vez por mí por mí por mí
y no te dejo;
risa, derrotados del mal certero
tranquilos nos vence el sueño.

martes, diciembre 26, 2006

Pulso

Necesito estímulos. Incluso en mi Seaside Town (that they forgot to bomb) tenía más que aquí. Lo intento, de veras. Hago, trato de hacer. Este blog es el fruto uno de esos intentos. Tal vez algún día puedan ver por este medio otros de ellos. Intento cultivarme: leo, escucho, miro, recorro la senda del puño vacío... Intento devolver: escribo, compongo, dibujo, ejecuto mis katas.
Tal vez no me alcance. Tal vez todo se agrave con su ausencia. Tal vez sea el trabajo, o la presión que yo solo me pongo.
Ya no es válida la excusa de que no tengo nada que decir. Aquella con la que me impedí por años hacer algo verdaderamente valioso para mí. La que se asoció al temor de buscar algo más, otra cosa.
Ya veré, voy a pensar. No sé cuanto tiempo permaneceré en esta ciudad. Tengo otras posibilidades aún. Mientras tanto debo redoblar ms formas de expresión. Y por lo demás, es como me dijo mi hermano: las cosas eventualmente caen en su lugar.

domingo, diciembre 24, 2006

Aquì

Estoy en Sobremonte. 80s 90s speed c/vodka y melon, gin tonic, piel de iguana, ella lejos... todo muy raro.

martes, diciembre 19, 2006

Libre

Despertame, porque no hay ruido que alcance. Despertame que no sé que hice anoche, y tengo miedo de ser de piedra. Despertame que no puedo volver a soñar con vos. Despertame que ya es de día.
Pero no me toques. No me vuelvas a tocar. Desencadená una tormenta en el cubículo, porque estamos perdiendo el tiempo rápido. Sobre una tela muy suave se desliza sin agarre, y todo por algunas complejidades que consentimos cierta vez.
Son muchos pisos de caída, y no me merezco tal suspenso. Ni el turbio fondo del río. El fin llegará de tu mano o nada. O de un pájaro de fuego, pero tampoco lo valgo.
Una inmensidad rural isotrópica es lo que nos toca como condena, porque vos y yo no lo hubiéramos querido. Pero incluso allí puede haber barro, oscuridad y ciénaga, para darnos de qué temer. Para asirnos y pintar tal vez. Porque de otro modo según vos seríamos prisioneros.
Yo no.
Es que no era libre de antemano.

lunes, diciembre 18, 2006

Bien

Me enteré por algunas fuentes que no es que mis post apesten tanto últimamente, sino que existen algunos problemas con los comments (fiuu!). Leí en un lindo blog que si ponía los comments en una ventana pop-up se arreglaban los dramas y todos podían comentar. Bueno lo hice, si quieren prueben, y sino aguarden hasta mi próximo post, que no tardará en venir. Saludos amigos bloggers y no bloggers!

miércoles, diciembre 13, 2006

Fin

Bajé la escalera. Eran algo así como las 12:30 del mediodía. La planta rugía al pie de la rutina. Ruido para muchos, la sinfonía del progreso para pocos, algo incomprensible entre esas dos cosas para mí. El sol era implacable y coreaba junto a la radiación del reformador, como suele ser a mediados de diciembre. Se estaba tanto mejor en la oficina con aire... pero algo hay que comer.
Fue bastante rápido en realidad. Algún fallo en el PLC, alarmas que no sonaron, transmisores saturados, quién sabe. Alguna válvula cayó silenciosamente, y nada ni nadie lo notó.
Muy, muy rápido. El conducto estaba obturado, pero los compresores continuaron empujando. La presión subía exponencialmente, y la temperatura la acompañaba. En microsegundos apareció la feroz postcombustión, y la pared cedió...
Un estallido grave, seco y potente se dejó oir por todo el pueblo. Primero me golpeó la onda de choque, distorsionando el aire a 320 metros por segundo y arrasando hasta con el polvo. Mi reacción no llegó sino hasta que comenzaron a envolverme las lenguas de fuego que despiadadamente se agolpaban por salir del equipo en explosión. Absoluto calor en una fracción de tiempo despreciable, y luego, extrañamente, frío.
La enorme flama consumió el oxígeno circundante, por lo que la materia orgánica de mi cuerpo no alcanzó a combustionar antes de volatilizarse bajo la brutal temperatura. Los impulsos eléctricos de mi sistema nervioso de algún modo perduraron unos instantes más, sólo para sostener la nota de desconcierto que se había gestado en los dos segundos que duró todo.
Luego nada. Nada. No negro, no blanco.
Nada.
Y así como la nada, llegó todo. Ahí estaba yo, viendo suspendidas en el aire las llamaradas anaranjadas. Bueno, "estaba" es una palabra ambigua, en este caso. "Viendo" también lo es.
Pero a falta de palabras, ahí estaba yo, viendo no sólo las llamas y los trozos de metal y la onda de choque en una esfera de 500 metros de radio, sino todo.
Podía (sentir, ver, percibir, saborear, intuir) la ciudad, el río, torres extrañas, hielo. Las cosas no eran como antes. Se había perdido el sentido, se habían perdido los sentidos. Las dimensiones eran para mí. No había lejos ni cerca. Tampoco había segunderos; el tiempo era como otra cara más de un cubo.
Todos los rincones de este hogar (y los de las estrellas, que ni me atreví a sondear).
Un lago marrón y las aguas que se perturbaron.
El batir de una imprenta asiática.
Hamacas sincronizadas, hacia atrás y hacia adelante.
Patrones en el tráfico.
Alguien que salta más alto que nunca.
Casitas blancas con las puertas abiertas.
Un vestido floreado que cae.
Cede un puente al noroeste.
Orugas verdes divergen de un tronco.
Muchos desiertos de distintos colores, hasta hay uno blanquísimo.
Risas.
Algunos que se me unen, más pacíficamente, más violentamente.
La veo a ella, que intuye que algo anda mal (te amo, chau!).
Una carrera de caballos.
Cuevas húmedas sin entrada.
Musiquita.
Pero a la vez que conozco, me diluyo. Comprendo todo, pero no me emociona ya. No siento porque me diluyo. Me diluyo porque soy uno con todo.
Entonces, ¿así es?. Ahora lo sé todo (pero no lo necesito).
Mientras más veo y más comprendo, menos identidad tengo.
Hasta que lo sé todo porque soy todo.
Pero yo ya no es nada.
Entonces, así es.

lunes, diciembre 11, 2006

Isla

Hay un puerto con muelles de oro libre de profanarse, al que sólo se accede buceando. Para llegar, uno debe aproximarse por vía marítima a la playa norte de la isla de la Decepción Arcadía. No es una metáfora, ése es el nombre de la isla, lo siento. Las coordenadas se leen en las hojas de ciertos árboles cierto día del año. No sé cuales árboles, ni qué día; si lo supiera estaría si bien no en el puerto, probablemente en las playas de arena pálida. Las playas tienen un no se qué de abandono. Uno pierde algunos filtros allí, es verdad. Nadie es igual cuando regresa de la isla. A lo sumo, aproximádamente igual. Pero esto no lo puedo explicar en líneas.
Bien, estando a una determinada cantidad de millas de la playa norte (no sé cuantas... nunca leí las hojas) se debe detener la embarcación. La única vía posible al puerto, hasta entonces invisible, es sumergirse. Solo. Sin equipamiento.
Aquí es donde las historias divergen. Algunos sostienen que se debe tocar el fondo donde los corales forman una "o" vertical. Otros dicen que se debe ignorar la "o", y buscar en cambio una "v". Autores afirman que no hay oes ni ves, y que el pasaje aparece sólamente si uno realmente quiere llegar al puerto. Como es previsible, estos Autores han sido tildados en reiteradas ocasiones de sensibleros, escritor-de-libros-de-autoayuda, y otros epítetos agresivos con distinto grado de irrepetitividad.
Después de ese pase desagradable, las historias vuelven a converger para establecer que el tono azulado del agua cambia apenas perceptiblemente al tocar el fondo en el lugar señalado. Eso indica que el acceso al puerto ha sido garantizado.
Al emerger nuevamente, lo más probable es que la embarcación haya desaparecido. Esto no es de mayor preocupación. Si el sujeto no supiese nadar, una embarcación dorada, sencilla, lo recogería de las aguas. Paso a describir brevemente la embarcación: dorada, sencilla. Amplío un poco la descripción: no tiene asientos, la conducen dos personas con atavíos blancos y largas garrochas. Lo sé porque he visto fotografías de origen tan solo un poco dudoso.
A esa a distancia el puerto dorado ya es visible. Aquí me baso en los puntos en cumún de los numerosos relatos. Dejo afuera los de los Autores, porque son verdaderamente empalagosos.
Desagradable.
El puerto aureo cuenta con dos muelles bajos, que a primera vista parecen perféctamente simétricos. A tercera vista se pueden apreciar los pelos dorados debajo del muelle este. La viscosidad de las aguas se incrementa paulatinamente al acercarse, así como su verdor. Los muelles en sí están hechos de ladrillos de oro dispuestos horizontalmente. La estructura está bordeada por listones de madera que en realidad son de oro. Cuerdas de oro coronan el exterior de cada brazo, luciendo pequeñas boyas de oro hueco y poroso. La obtención de este particular metal es material para otro extenso relato. Pero créanme, no incluye duendes.
La actividad del puerto varía temporada a temporada. La pesca y el clima son irregulares, contrariamente a lo que sucede en la isla normalmente. En varias ocasiones la nieve ha retrocedido ante las dársenas.
Perpendicularmente al muelle corren dos chozas, que no son de oro. La primera es, por supuesto, una cantina. De la cantina mucho se puede decir. Diremos poco: piratas amables, que no se sabe de dónde vienen, bellezas inenarrables que a la luz del día no tanto, y la peor hidromiel de todos los puertos escondidos.
Lo verdaderamente interesante es la segunda choza. Allí se encuentran los pilares del secreto del puerto.
Flippers.
Flippers tupido. Montones. "El que vos quieras", afirman los Autores. Más pesimistas aventuran "a lo sumo, el de las Tortugas Ninja". Estos flippers son réplica exacta de los que se podían hallar en cualquier casa de entretenimiento hasta hace unos 11 años, con tres salvedades: les falta el vidrio, dan patadas, y todas las bolas son de plata, sin excepción. Pero lo importante, es que si hacés high score en uno de ellos (el cuál es información que no se halla en las hojas), en el display te aparece uno de los 7 secretos de la vida. Claro que nadie pudo hacerle high score a ese flipper.
A lo sumo, multiball.

miércoles, diciembre 06, 2006

Humm

Este blog se esta volviendo personalísimo, a nadie le gan ganas de comentarlo. Esta bien en realidad, nunca quise hacer un hit.
.
La distinción es la base de la soledad. Por favor, parate atrás de la raya. Forme fila. Espere.
Yo no quiero formar fila. Yo no quiero subir y bajar alternativamente las escaleras del subte. Yo no quiero asentir sordamente al imaginario pictórico de quienes tratan de ocultar malamente la desesperación del vacío. Yo abrazo el vacío. Yo quiero hundir mi cara, mi pecho en el vacío. Quiero verme como embarrado, y llorar de angustia por el vacío. No desprecio a los demás, no soy mejor que ellos. Si fuera mejor sería, no sé, diputado. Porque mordería con los dientes férreos del cinismo, bajo la nietzscheana luz de la autorrealización, sin que me importe nada más que mi bienestar. Pero no soy tan completo, jamás tendría una convicción tan fuerte... ni siquiera una convicción sórdida como esa. Soy débil hasta para fundirme en el vacío; dejar caer la última prenda del mundo y descalzar pasos silenciosos hacia el sin-color. Tampoco puedo embarcarme en la cruzada luminosa de imponer mi concepto del bien. Hay que ser demasiado íntegro y estúpido. Ni puedo abrazar la doctrina de Abraxas, porque no soy implacable como Demian, de quien sólo porto el nombre.
Estoy a la vera del vacío. Repercute como hambre en mis entrañas, pero no hay paso adelante. No hay paso atrás.
Entonces, transcurro. Elijo moderadamente. Intento gustarle a los demás, como todos. Frecuentemente olvido el horizonte de sucesos.
Pero muchas veces permanezco así, agazapado, intuyendo lo que hay más allá. Y algunas otras veces no intento ocultar la desesperación del vacío.

lunes, diciembre 04, 2006

Iva María

El siguiente texto pertenece a Iva María. Ella concurre al taller de literatura infantil del grupo La Grieta, en La Plata. Me topé con sus escritos recorriendo garages de la 3ra muestra ambulante este último fin de semana.
Muchas de las cosas que escribió me dejaron realmente boquiabierto. Eran increíbles. En mis prejuicios, tal vez, me preguntaba ¿cómo escribió esto?. Tal vez llegue por otros caminos, no convencionales, me dijeron. Puede ser.
Quiero reproducir este en particular, que verdaderamente me emocionó. Para mí tiene una claridad increible. Es visceral y acertado. Me hubiera emocionado igual si no hubiese sabido quién lo escribió. Porque, no aclaré, Iva María padece de síndrome de Down. Lean atentamente:
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Las palabras claves
son andá al carajo
mi bombón quererte,
mi dulce,
tu alma
que vos te moriste de amor.
Andate, carajo.
Vos te vas a ir de irte.
Llorar amor y ternura.
Te quiero, pero matando.
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PD: Gracias Di Hombrecit, y gracias vos por alojarme.